¿El hecho de servir el vino a una determinada temperatura afecta su sabor? ¿Existe una temperatura ideal de servicio para cada vino? Seguro que alguna vez te has hecho estas preguntas… especialmente si ahora estás comenzando a interesaros por el mundo del vino y todo lo que le rodea.
Servir el vino a la temperatura adecuada es mucho más fácil de lo que seguramente estás pensando.
El primer paso: debes hacerte a toda costa un termómetro de vinos, un buen vino y leer entero el post que hoy te proponemos.
Fíjate en la temperatura, disfrutarás más
No es una manía de los sumilleres y enólogos. Tampoco una cuestión de «postureo». La razón por la que intentamos servir el vino a sus temperaturas correctas es muy simple: la temperatura afecta drásticamente el olor y sabor del vino. Al servir el vino a su temperatura adecuada, te estás asegurando una experiencia mucho mejor.
Sigue estas reglas generales que te detallamos a continuación y todo te irá de maravilla.
Usa una cubitera como las de toda la vida
Cuando se trata de enfriar el vino es muy sencillo, el mejor método es el tradicional de toda la vida: en cubitera con hielo y agua bien fría. Si tienes un poco de prisa puedes añadir un puñado de sal en el agua de la cubitera, esto hará que se acelere un poco el proceso de enfriamiento.
Existen otros métodos como envases térmicos o la propia nevera, pero el hecho es que el vino tarda mucho más tiempo en llegar a la temperatura correcta.
¡Cuidado con el congelador! Si la bajada es demasiado brusca puedes perderte algunas de las propiedades organolépticas del vino… ¡y si llega al punto de congelación puedes llegar a perder incluso la botella entera!
Sigue las temperaturas de servicio
- Vinos blancos: La temperatura ideal oscila • entre 8 y 10 grados. Cuidado porque a menos temperatura seguramente te estás perdiendo algunos de sus aromas. Lo que no queremos en ningún caso es que el vino se muestre poco expresivo. Recuerda también que cuanta más temperatura alcance, mayor será sensación de alcohol en la copa.
- Vinos rosados: Los rosados, al igual que los blancos es recomendable que se degusten a temperaturas inferiores que los tintos. En este caso el ideal se encontraría entre 10 y 12 grados.
- Vinos tintos: Los tintos admiten un poco más de temperatura de consumo. Una temperatura ideal consumo durante el verano sería entre 14 y 17 grados. Recuerda también que no es ningún «pecado» servir un vino tinto joven un poco por debajo de estas temperaturas.
Lo que queremos conseguir es que el vino resulte fresco al paladar sin perdernos sus propiedades ni aromas. Las crianzas son especialmente sensibles al frío: se mostrarán mucho más «tímidos» a temperaturas inferiores a las que te hemos mostrado. ¡Ojo pues con las temperaturas!
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