«Un vino rancio es un vino estropeado». Quizás alguna vez has escuchado esta afirmación. ¿Pero, quieres saber si es realmente cierta? ¿Sientes curiosidad por saber qué es exactamente y cómo se elabora? Hoy te descubrimos en el siguiente post todos sus secretos. ¡Vamos!
¡De estropeado nada!
Los vinos rancios son vinos licorosos que, lejos de estropearse o avinagrarse por el efecto del oxígeno se van volviendo rancios. Lo que favorece esta oxidación positiva no es otra cosa que su elevada graduación alcohólica natural y el alto contenido en azúcares de la uva.
Estos vinos pueden envejecer en barricas medio llenas (haciendo lo que se llama crianza estática) o en damajuanas (las famosas garrafas de vidrio que habréis observado en algunas azoteas al sol).
¡No seas rancio … o sí!
«Eres un rancio!» Si alguna vez os han dirigido este pequeño insulto seguro que os ha dejado un buen rato pensativos.
En las cosas de comer ya se sabe que todo lo que queda al azar del aire y del olvido se acaba volviendo rancio. Decimos que pierde su «gracia». Pero con el vino no sucede exactamente igual …
El vino que mejora, no se estropea y se hace vino rancio, es curiosamente el vino llamado «generoso», es decir, el que posee una elevada graduación alcohólica.
La “Bóta del Racó”, el rancio de casa
Hasta hace relativamente poco el vino rancio ha sido por antonomasia el de la «Bóta del Racó» que podemos encontrar en muchas casas de nuestros pueblos.
¿Sois de los afortunados que ven de vez en cuando a su padre, o al suegro, o al abuelo mostrar orgulloso el “vino de casa”? A menudo estamos hablando de un vino hecho a base de reposar mucho tiempo en una barrica. Una vigorosa garnacha o un blanco más bien potente envejecido.
En muchos casos se trata de un vino oxidado con (ya con alguna chispa acética). Este ya no se daña porque el propietario ha tenido la vista de adicionar una pequeña porción de coñac. En definitiva, un vino rancio de fabricación doméstica que … ¡sí! Va de perlas con las rosquillas, las galletas, los pasteles y los dulces de casa.
Se podría asegurar sin lugar a dudas que el rancio es uno de nuestros productos más genuinos que siguen haciendo en las casas.
En Cataluña, garnachas
Muchos de los vinos rancios que se producen en Cataluña son hechos a partir de la variedad de uva garnacha, ya sea blanca o tinta.
El envejecimiento puede ser hecho en damajuanas de vidrio al sol. También mediante crianza estática (en barricas de madera con llenados periódicos) o bien mediante soleras en botas o grandes toneles de madera.
Los rancios blancos tienen un color dorado rojizo maravilloso producido por la oxidación en barricas y toneles viejos.
Los tintos poseen un color caoba claro y brillos ocres. En estos la pigmentación se habrá visto reducida notablemente. La causa es la precipitación de parte de los «antocianos» que dan color en los fondos de las barricas.
Los vinos rancios de la Cataluña meridional suelen ser un completo festival de aromas y sabores. Suelen predominar matices que van del cocido al quemado, recuerdos de especies, frutos secos (almendra tostada y avellanas), caramelo …
Cada DO catalana tiene sus propias normas de envejecimiento. En general se comienza con una crianza oxidativa rápida en damajuanas de vidrio. Seguidamente se deja un año como mínimo de reposo en grandes cubas o barriles de madera.
La graduación mínima de los vinos destinados a rancio no suele ser inferior de 14º. A este vino se añadirá alcohol vínico durante el proceso para alcanzar una graduación que llegará a los 17-18 grados.
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