En verano nos apetecen más los alimentos frescos y ligeros. Es lo que nos pide el cuerpo y con los vinos sucede exactamente lo mismo.
Precisamente por ello, los vinos que más triunfan en verano, suelen ser los vinos blancos y rosados.
Pero ojo, el verano también puede ser ocasión para degustar un buen vino tinto si éste se sirve a una temperatura idónea.
Efectivamente, «hay vida» más allá de los blancos
Por su frescura y jovialidad puede ser un buen momento para los rosados. ¡Apostemos por ellos! El rosado es un vino muy versátil que puede acompañar muy bien comidas ligeras e informales a la orilla del mar o en un «chiringuito» de playa: entrantes, tapas, arroces y pastas.
Los tintos también son buenos para el verano, aunque sean los tintos jóvenes o con cortas crianzas los que ganan más puntos.
Los tintos jóvenes suelen ser más afrutados, suaves, menos tánicos y menos estructurados que los tintos con largas crianza. Esto nos permitirá tomarlos a temperaturas más bajas (13-14 ° C) y disfrutar más cuando el termómetro nos aprieta.
¿A qué temperatura servimos el vino en verano?
Vinos blancos: es idóneo tomarlos entre 8 y 10 grados. Cuidado porque a menos temperatura menos podrás apreciar todos sus aromas. Si la temperatura es muy inferior corres el riesgo de que el vino se muestre menos expresivo y te acabes perdiendo algunas de sus propiedades organolépticas. A tener en cuenta también: cuanta más temperatura coge el vino, mayor suele ser la sensación de alcohol.
Vinos rosados: Los rosados, al igual que los blancos es recomendable que se degusten a temperaturas inferiores que el tinto. En este caso lo ideal sería entre 10 y 12 grados.
Vinos tintos con crianza: Los tintos admiten un poco más de temperatura de consumo. Una temperatura ideal consumo durante el verano sería entre 14 y 17 grados. A esta temperatura conseguirás que sea fresco al paladar sin renunciar a sus propiedades ni aromas. Los crianza suelen ser especialmente sensibles al frío, así que ojo con enfriarlos demasiado.
¿Cómo enfriar el vino?
Es muy sencillo, el mejor método es el tradicional de toda la vida: en cubitera con hielo y agua bien fría. Existen otros métodos como envases térmicos o la propia nevera, pero el hecho es que el vino tarda mucho más tiempo en enfriarse.
Lo que si te recomendamos es que no uses el congelador. Al someter el vino a una bajada de temperatura demasiado brusca puedes perderte algunas de sus propiedades organolépticas.
Evita que el verano pueda estropearte el vino
Durante el verano, lo cierto es que el calor puede afectar de manera negativa al desarrollo del vino en botella, forzando un envejecimiento prematuro y llegando incluso a dañarlo en casos extremos.
Para evitar que esto ocurra te daremos algunos consejos que te ayudarán a mantener el vino en excelentes condiciones.
Emplea una vinoteca si tienes la posibilidad, busca los lugares más frescos de la casa (la cocina no suele ser uno de ellos), huye de la exposición a la luz directa y … sobre todo: procura que no se te olvide ninguna botella de vino en el coche durante los meses de verano. ¡Es una de los errores típicos de los amantes del vino que puede terminar estropeando uno de tus placeres favoritos!
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