El término «mineralidad» no apareció en las notas de cata de los expertos hasta bien entrada la década de los ochenta. Desde entonces ha disfrutado de un notable éxito y a día de hoy se utiliza con naturalidad. Pero ¿a que se refiere exactamente?
«Existe un cierto consenso en afirmar que la mineralidad es algo íntimamente relacionado con el terruño. El Priorat es la cuna de los vinos minerales.»
Cuando hablamos de mineralidad nos estamos refiriendo a determinados elementos que evocan al suelo. Las viñas arraigadas en suelos pedregosos (suelos calcáreos, pizarras) tienen que luchar mucho para sobrevivir, especialmente para conseguir agua. A menudo estas cepas desarrollan largas raíces que les ayudan a captar el agua que se filtra por el subsuelo. En el Priorat, la DO catalana con un carácter mineral más marcado, las raíces de las cepas pueden llegar a sumergirse hasta 2 metros y medio de profundidad (en otros terrenos estas raíces suelen hacer entre 40 y 60 cm).
Tradicionalmente se ha considerado que las raíces de la vid capturan algunos elementos de estos suelos minerales y los depositan en la uva. Finalmente, estos elementos minerales llegan a nosotros a través de los aromas y el sabor particular de un vino. Sin embargo, estudios recientes demuestran que las diferentes técnicas de elaboración del vino pueden aportar aromas que el catador asociará como minerales. Esto ha abierto el debate sobre el origen real de lo que llamamos mineralidad.
En nariz o en boca?
Cuando hablamos de mineralidad podemos referirnos a dos aspectos diferentes: por un lado la mineralidad como aroma, y por otro la mineralidad como sabor.
Si hablamos de aromas minerales, estaremos ante un vino donde detectamos aromas de piedra caliente, de pizarras o granitos entre muchos otros.
Si hablamos de notas minerales como sabor, estaremos ante un vino que en boca nos aporta fortaleza y cierta salinidad. Una salinidad similar a la que se puede encontrar también en algunas aguas minerales.
A pesar de ser una idea difícil de delimitar, queda claro que la mineralidad es una palabra perfecta para expresar y describir lo que a veces percibimos y que resulta difícil de definir con otras palabras. Y por este motivo, merece su espacio en nuestro vocabulario vinícola.
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