Casi todo el mundo se ha encontrado alguna vez ante la decepcionante sorpresa de un vino celosamente escondido durante años en algún rincón de casa bajo la promesa de destaparlo en una ocasión importante o ante un público especial … y una vez servido , el vino no resulta lo esperado. Caras de sorpresa entre los comensales y un anfitrión frustrado.
Ante esta situación se abre el debate: ¿Mejora el vino con el paso del tiempo? ¿O más bien todo lo contrario? ¿Como podemos guardar el vino para asegurar una buena conservación?
La realidad es que la mayoría de las botellas de vino que encontramos en el mercado están destinadas a ser consumidas poco después de su compra. Sólo una parte del vino producido en el mundo está destinado a envejecer.
Entonces, caduca el vino?
El vino no caduca, pero es cierto que no todos los vinos mejoran con los años. La mayoría de vinos jóvenes, aquellos que no han pasado por ningún tipo de crianza, comienzan a perder propiedades organolépticas a los dos o tres años … Es cuando decimos que empiezan a «caer» y pierden algunas de las cualidades que inicialmente poseían.
En cambio existen otros vinos que sí evolucionan, se afinan y se redondean de manera muy interesante si se guardan durante unos años, permitiendo que afloren aromas terciarios. Son los llamados «vinos de guarda». Normalmente son crianzas, reservas y grandes reservas, de calidad alta. Se trata de vinos que han hecho, previamente al embotellado, una maduración en barricas u otros sistemas de almacenamiento (normalmente construidos de madera de roble).
Así pues, un buen vino que haya pasado por una crianza, puede mantenerse en plena forma fácilmente durante cinco, ocho o incluso doce años, en función de diversos factores. Habitualmente se trata de vinos tintos, pero también encontramos vinos blancos con madera que evolucionan muy bien durante un par de años, por ejemplo los vinos elaborados con garnacha blanca.
«La gran mayoría de los vinos se encuentran en un momento excelente
para su consumo justo después de su compra. Pero si optamos por guardarlos,
debemos tomar algunas precauciones.»
Máxima quietud
A los vinos les gusta reposar con tranquilidad. Las vibraciones de aparatos eléctricos, electrodomésticos, aparatos de aire acondicionado … es mejor mantener los vinos alejados de estos aparatos.
Evitar los ambientes demasiado secos
Una buena bodega tiene un ambiente húmedo. Se consideran ideales aquellos que se encuentran entre el 65 y 75% de humedad, pero tampoco mucho más … un exceso de humedad puede resultar perjudicial, especialmente para los tapones de corcho ya que puede favorecer la aparición de algunas bacterias no deseadas.
Cuidado con los olores
Cualquier olor muy fuerte y persistente en el ambiente puede acabar penetrando a través del tapón de corcho contaminando nuestro vino. Resulta especialmente conveniente que evitamos la utilización de productos fuertes que contengan disolventes o sustancias químicas cerca del vino: ¡los ambientes cuanto más ventilados mejor!
Lejos de las fuentes de calor
Buscaremos un lugar más bien fresco y alejado de cualquier fuente de calor. Los cambios súbitos de temperatura afectan bastante la calidad del vino. Por el contrario se ven bastante favorecidos cuando la temperatura es estable, especialmente si ésta se mantiene constante entre 8 y 17 grados.
¡Siempre mejor a oscuras!
La luz directa o indirecta puede producir algunas alteraciones en los vinos. Los más sensibles suelen ser los vinos en botellas de color totalmente transparente (normalmente vinos blancos y rosados). Si no queda más remedio, siempre podremos guardarlos dentro de una caja …o incluso envolverlos con un paño.
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